martes, 20 de diciembre de 2016

El gobierno de Macri ganó el primer round, pero termina agotado...



A un año del gobierno de Macri, sus resultados, conforme a lo que se proponía, son muy modestos. Sólo pudo aumentar las tarifas, con un costo político muy alto, salir del cepo cambiario y arreglar con los fondos buitres. Esto último le posibilitó acceder al crédito internacional y a re-endeudarse por 40 mil millones de dólares, lo que representa el 30 por ciento del PBI. Pero no fue solamente el hecho de "volver al mundo" como le gusta decir al macrismo, con lo que se consiguieron créditos a baja tasa de interés, sino también porque el kirchnerismo (y massismo) habían bajado el nivel de la deuda externa –principalmente la deuda que se tenía en moneda extranjera– al comprarla con fondos del ANSES y del Banco Nación, aunque eso significará más déficit fiscal e inflación. Así el peronismo preparó las condiciones creando inflación  (y pobreza) y el macrismo se re-endeuda supuestamente para combatir estos flagelos. Así el ciclo se retroalimenta; es que el macrismo y peronismo son las dos caras de la misma moneda llamada Deuda externa, Déficit e Inflación.
Pero esta jugada de re-endeudarse nuevamente, a un nivel nunca visto en los últimos 40 años (la única lluvia de dólares que prometían que llegó), ya no se puede volver a repetir en los próximos años. No sólo porque a nivel internacional se encarecerá el crédito por las movidas que realice la Norteamérica de Donald Trump, sino fundamentalmente porque los bancos y los organismos de crédito internacionales están a la espera de ver los resultados de la buena marcha de la economía y de la reducción del déficit fiscal en Argentina, y nada de eso ocurre. De la misma forma que la tan mentada inversión internacional no vendrá, y no porque no saben si hay 4 u 8 años del mismo gobierno, como se dice ahora, sino porque la economía y el mercado interno está en recesión y producir para el mercado externo tampoco les conviene por los altos costos comparativos para producir y exportar desde acá. Los mismos órganos informativos del imperialismo, como la BBC, lo dicen; “Los expertos consultados por BBC Mundo explican que las inversiones mixtas y privadas de hasta US$50.000 millones que Macri dice haber consolidado no son del todo directas y son consideradas "inversiones golondrina". Y, agreguemos, gran parte de ellas ni siquiera golondrina, sino sólo anuncios.
El contexto de economía en crisis –y la continua recesión en Brasil– es lo que ha llevado al gobierno a tener que reducir sus expectativas e incluso a posicionarse en contra de bajar el impuesto a los salarios cuando había sido su caballito de batalla en las elecciones presidenciales pasadas. Así, con el escenario de crisis económica de fondo –la caída interanual de la industria, de octubre de 2015 al mismo mes de este año, es de un 19,2%– el gobierno se debate entre las futuras elecciones y las medidas anti-populares que quiere implementar. De allí sus idas y vueltas con la cuestión de la media sanción en diputados sobre la ley del impuesto a los salarios, impulsada por el massismo, el kirchnerismo, el GEN, Libres del Sur, etc. Una ley que en absoluto toca a la gran burguesía, ni a la mediana o pequeña. Sino que sólo graba el juego y le quita los beneficios que este gobierno les dió a las mineras, que igualmente seguirán saqueando los recursos naturales. Pero que igualmente le agranda el déficit fiscal y les desfinancia las provincias –porque este impuesto que se quiere reducir es coparticipable con las provincias–, y lo más doloroso, justo frente a un año electoral, es que le pega en la línea de flotación política: lo desenmascara de su falsa promesa de la campaña electoral que lo llevo a prometer terminar con ese impuesto a los salarios. Y termine o no siendo votada esa ley en el Senado, y se vea obligado a vetarla o no, lo cierto es que se mostró la fragilidad económica y política en la que está el gobierno.
A pesar de terminar el año de forma complicada, no todas fueron malas para el Gobierno. La CGT y las CTA´s, cada una a su manera, le han garantizado gobernabilidad, y a pesar del brutal ajuste en las tarifas, de la pérdida salarial de un diez por ciento, y de los casi 200.000 puestos de trabajo. Pero como la situación no plantea la revolución social inmediatamente, la burocracia sindical también hace su negocio. Le vendió paz social al gobierno a cambio del cobro de la deuda a las obras sociales que varios gobiernos venían adeudando. La ecuación fue sencilla: a cambio de dinero para la burocracia sindical, hambre y desocupación para el pueblo trabajador. Este fue un logro del gobierno.
Las asambleas –en realidad actos “informativos” – que paralizaron el transporte el lunes 19 de diciembre para negociar mejor el impuesto a los salarios, demuestra la fuerza que tiene el movimiento obrero.Pero la burocracia sólo la usa para negociar migas, porque lo que negoció la CGT con el gobierno llevará que en unos meses sean la misma cantidad de trabajadores la que paga ese infame impuesto.
Pero incluso antes de la media sanción a la ley de ganancias desfavorable para el Gobierno, éste había logrado comprar paz social al votar una ley –con el apoyo del justicialismo, kirchnerismo, massismo y GEN-Libres del Sur, etc.– de emergencia social por 3 años. Ley pactada con estos partidos patronales y con la burocracia piquetera del Movimiento Evita, Libres del Sur, etc. Esta discriminación, de los beneficios a los otros desocupados que están en otras organizaciones o desorganizados, es igual a la cooptación kirchnerista de estas organizaciones de desocupados, pero ahora hecha ley.
Sin embargo el protocolo anti-piquetes, que tanto promocionaron, a principio de año, no lo han podido aplicar. El intento de usar la proximidad de las fiestas para salir a decir, como dijo la Ministra del Interior, Patricia Bullrich, que se preparan saqueos y que van a detener a los agitadores.
Esto sólo para que queden en un intento, pero para el Gobierno es también un testeo para ir preparando a población, principalmente a las clases medias, en la necesidad de la aplicación de medidas represivas. Algo de lo que indefectiblemente el año entrante hará uso. El proyecto de usar al Ejército para cuidar la frontera, sacando de allí a la Gendarmería para usarla en las calles, es parte de eso.
En definitivas cuentas, nos encontramos con un gobierno que a pesar del sostén del peronismo, y la burocracia sindical y piquetera, ya está agotando su crédito político y no resuelve los grandes problemas que la economía capitalista necesita para entrar en un ciclo ascendente, sino que más bien los profundiza.
En esa impotencia se debate, mientras la clase obrera está contenida –y traicionada por los burócratas sindicales– pero no derrotada. En estatales, a pesar de la traición de la burocracia,  que parecía que el gobierno empezaba el año arrasando, tuvo que detener los despidos (de hecho tomaron aproximadamente la misma cantidad de nuevo personal de los despidos que hubo). También el triunfo que lograron los choferes platenses de la Línea Este que, tras tres semanas de huelga (que incluyeron piquetes, movilizaciones y hasta una dura represión), derrotaron a la patronal y al Estado retrotrayendo los despidos. Y prueba de que no hay derrota es la recuperación del sindicato del neumático, y a principios de noviembre derrotó en Pirelli a la lista Violeta de la burocracia, y donde no ocurren esos procesos, en la inmensa mayoría de la industria, la burocracia empieza a sentir la presión exigiendo aumentos salariales más altos del 17 por ciento que ofrece el gobierno para el año que viene.  
Pero hay que estar atentos porque el miserable 17 por ciento de aumento, que el gobierno quiere imponer para las futuras paritarias, y el igualmente bajo 25 por ciento de aumento que pide la burocracia sindical, llevará a que la burocracia negocie algo más del 17 por ciento pero entregando conquistas de convenio. Todo esto parece ser así, cuando Macri habló de lo vetustos que son los convenios nadie de la burocracia sindical dijo nada. Más aún, Massa, al cual la mayoría de los sindicalistas apoyan, dijo que estaba a favor de “modernizar” (flexibilizar) los convenios colectivos de trabajo.
Estos acuerdos anti-obreros se dan porque en última instancia el macrismo/radicalismo o el peronismo/massismo/kirchnerismo, más allá de los roces por matices, y por ocupar lugares parasitando el Estado, no dejan de ser políticos patronales y buscan defender las usurarias deudas contraídas con la banca internacional, y los intereses explotadores de las patronales nacionales y extranjeras. 

–No al pago de la deuda externa con el hambre del pueblo trabajador
–Luchemos por un real aumento de salario – No cambiemos dinero por conquistas sociales
–No al vaciamiento de fábricas – Toma y puesta a producir de toda empresa que cierre –Luchemos por su estatización bajo el control obrero
–No a los despidos – Reparto de las horas de trabajo entre todos los trabajadores, efectivos o contratados – Basta de contratos basuras, efectivización inmediata
–Abajo la represión y la gendarmería de las calles – Creemos grupos de autodefensa obrera de las luchas
–Por la Huelga General contra los despidos y la flexibilización laboral y para arrancarle un aumento salarial que cubra el costo de la canasta familiar, que sea indexado mensualmente conforme al costo de vida
–Por un Congreso Obrero de Delegados de Base (desocupados y estudiantes en lucha) para transformarse en un polo de referencia obrera y popular, organizar la lucha y darle una salida obrera a la crisis
–Por un Gobierno Revolucionario de los Trabajadores

Apoyemos la lucha del Subte



Por la seguridad y la estatización bajo control obrero

La muerte de Matías Kruger, joven trabajador de Subte, por electrocución ante la ausencia protocolos de seguridad y la negativa de la patronal adjudicataria (negativa que cuenta con el aval del estado nacional y municipal, de la Ciudad de Buenos Aires) a invertir en seguridad, es indicativo de lo que está ocurriendo en la gran mayoría de las empresas privadas. Donde el lucro es más importante que las vidas de los trabajadores. En lo que va del año Subterráneo de Buenos Aires registra 5 muertos por “accidentes” de trabajo. Pero si se podrían haber evitado, no son accidentes: son crímenes capitalistas. Como lo fue la muerte de David Ramallo, el trabajador mecánico de la Línea 60 al que se le cayó un colectivo encima por rotura del autoelevador; o Diego Soraire del INTA, que falleció de graves quemaduras al estallar un biodigestor; o Ricardo Alcaraz el albañil aplastado por una pared medianera que no fue apuntalada. Y tantas otras muertes que no salen a la luz o de las que hay muy poca información o no hay estadísticas serias.
Los trabajadores nucleados mayoritariamente en el sindicato de AGTSyP (de los metrodelegados), el día martes 13 han lanzado un ultimátum de 48 hs. para que la empresa establezca protocolos, con nuevos dispositivos y elementos de seguridad. Algo que parece que la empresa, el grupo Rogio, empezó a negociar.
Sin embargo no es sólo el protocolo de seguridad por lo que hay que luchar, porque, aunque esa lucha se gane y la empresa se vea obligada a aplicarlo, cargará los costos sobre la tarifa. Pero nadie sabe cuánto recauda Metrovías, ni cuáles son sus costos y ganancias; y por lo tanto, si esas carísimas tarifas de hoy tienen algo que ver con la realidad de los números.
Pero igualmente todo es mucho más complejo porque cuando se trata de inversiones en el Subte es el Estado el que debe hacerlas (y allí se ve el carácter parasitario de estas empresas adjudicatarias que no invierten pero se llevan todo lo que pueden),  y es el Estado –el jefe de gobierno Horacio Rodríguez Larreta del PRO– el que se niega a invertir para que haya protocolo de seguridad.
La lucha de los trabajadores del Subte es tanto por sus vidas como por la seguridad y la accesibilidad al servicio de la población. Por eso, para terminar con todas estas empresas parasitarias (como la de los ferrocarriles) y que haya seguridad, tanto para los trabajadores como para los usuarios, hay que luchar por echar a estar empresas y por el control obrero. O sea, luchemos por la estatización bajo el control obrero, e impongámosle, al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, que se haga cargo del Subte con los libros contables abiertos para que los trabajadores (y todos los ciudadanos) sepan a dónde va el dinero, qué obra se está realizando, qué obras se proyectan, etc.
Apoyemos toda la lucha de los trabajadores del Subte pero diciéndoles a los trabajadores y usuarios la verdad de lo que son estas empresas parasitarias del Estado.  Porque, por otra parte, los gobiernos y las patronales sólo dan algo cuando están temerosos de perderlo todo.

-Viva la lucha de los trabajadores del Subte por el protocolo de seguridad – No más muertes de trabajadores – Juicio y castigo a los responsables

-Fuera las adjudicatarias Metrovías y Sbase – Apertura y publicidad de los libros contables – Estatización del Subte bajo el control de sus trabajadores y los usuarios

Los femicidios también son crímenes capitalistas



Las grandes movilizaciones del movimiento Ni Una Menos contra los crímenes llamados femicidios, siendo altamente progresivas no terminan de encontrar salida a la cuestión, más allá del intento de crear consciencia en la población. Sin embargo, tanto las violaciones seguidas de muerte como los crímenes que se producen por parejas o ex-parejas, no parecen menguar. De año a año las estadísticas siguen demostrando números más alarmantes aún.
La brutal violación y asesinato de Lucía Pérez, una adolescente de 16 años, derivó en el llamado del movimiento Ni Una Menos (y los principales partidos de izquierda) a un Paro nacional de mujeres, el miércoles 19 de octubre, que consistió en el abandono de tareas y movilización de mujeres de sus trabajos (sobre todo en estructuras del Estado) de 13 a 14 horas, concentrándose en el Obelisco y marchando a Plaza de Mayo a las 17hs.
  Las grandes movilizaciones del movimiento Ni Una Menos contra los crímenes llamados femicidios, siendo altamente progresivas no termina de encontrar salida a la cuestión más allá del intento de crear consciencia en la población. Sin embargo tanto las violaciones seguidas de crímenes como los crímenes que se producen por parejas o ex-parejas no parecen menguar. De año a año las estadísticas siguen demostrando números más alarmantes aún.
La brutal violación y asesinato de Lucía Pérez, una adolescente de 16 años, derivó en el llamado del movimiento Ni Una Menos (y los principales partidos de izquierda) a un Paro nacional de mujeres, el miércoles 19 de octubre, que consistió en el abandono de mujeres de trabajo, de 13 a 14 horas, y a ir a una concentración en el Obelisco con marcha a Plaza de Mayo a las 17hs.
 La concurrencia fue multitudinaria. Pero la izquierda, incluso la supuestamente revolucionaria (PO, PTS, IS, MST, Nuevo MAS, etc. etc.), le capituló a la dirección de este movimiento poli-clasista. Primero porque no criticó a su dirección por llamar solamente a una huelga de mujeres y no una huelga general de todos (mujeres y hombres), porque los crímenes no son privados sino públicos y de interés de todos y no sólo de un género. También porque esta exigencia a la burocracia sindical es la apuesta a la entrada en escena de la clase obrera, la única que puede doblegar al gobierno.
Estos partidos que se dicen revolucionarios debieron usar los días previos para exigirles a los burócratas sindicales a que se sumaran al paro de mujeres, llamando a parar todos contra el gobierno con un pliego de reivindicaciones sobre el tema. Por ejemplo; mayores recursos presupuestarios destinado al control del cumplimiento de las órdenes de restricción, más hogares y pensiones para mujeres que lo necesiten, remoción inmediata de todo efectivo policial que no quiera asentar denuncias por violencia o maltrato, o se nieguen a concurrir a hacer respetar las órdenes de restricción, y muchas otras medidas.
Pero nada de esto hizo la izquierda, sino que se sumó sin más al movimiento haciendo demagogia feminista, la que, independientemente de que el movimiento sea progresivo, la demagogia seguidista no lo es en absoluto; porque no señala al gobierno y a los poderes del Estado como los responsables políticos; porque no embreta ni desenmascara a la burocracia sindical y porque no busca el ingreso de la clase obrera que tome como suyo el problema.
Pero incluso, el brutal e inhumano crimen de Lucía Pérez, que detonó el paro, no fue un crimen de opresión o de violencia de pareja, sino que fue perpetrado por marginales pasadores de drogas. Se trató de un perverso crimen relacionado a la cosificación de la mujer y no con la violencia de pareja. Y dicha situación de alienación y cosificación de la mujer no se resuelve en el capitalismo.
Es esto lo que hace indispensable el ingreso de la clase obrera, porque la emancipación de la mujer irá de la mano de la emancipación obrera, para lo que es necesario la construcción de su dirección revolucionaria, que en muchas otras cuestiones, pero también en ésta, responda correctamente y no le capitule a los movimientos poli-clasistas, que por su carácter de clase pequeño-burgués no pueden sacar las conclusiones necesarias ni ir a fondo en la lucha.