viernes, 20 de octubre de 2017

Centenario de la Revolución Rusa: Trabajadores, mujer y juventud, un solo puño revolucionario


Para contextualizar la Revolución Rusa y sus logros debemos tomar en cuenta varios factores de principios del siglo XX. La segunda fase de la revolución industrial eclosiona de manera sistemática en la 1ra Guerra Mundial. Los mercados del mundo quedan repartidos en los trusts y cartels. La Europa imperialista deposita fuertes inversiones e intereses en la vieja Rusia zarista la cual entraría como furgón de cola en la gran contienda. Los resultados de su entrada serian catastróficas para el mismo régimen. En la atrasada Rusia convivía un modo de producción cercana al feudalismo con ciudades populosas de gran crecimiento industrial. Las distorsiones económicas, la hambruna y el malestar del campo iban hacia las ciudades y viceversa. Los levantamientos populares por el pan, la tierra y la paz se transformarían en consigna y allí el Partido Bolchevique de Lenin y Trotsky supo plantar su bandera programática. 
 El 7 de Noviembre de 1917 (o 25 de Octubre en el calendario Juliano), El Comité Militar Revolucionario de Petrogrado bajo la dirección política del Partido Bolchevique oficializa la toma del poder contra el gobierno provisional de Kérenski. Con su caída nacería el primer Estado Obrero del mundo. Su defensa incondicional produciría una guerra civil en su contra, financiada y dirigida por los agentes guerreristas y su veintena de ejércitos. Muchos de ellos se habían enfrentado en la 1ra Guerra Mundial. Esta santa alianza imperialista seria barrida por el Ejército Rojo de Obreros y Campesinos.
 Para el año 1919 todos los partidos proletarios que defendían el nuevo régimen constituyen la Internacional Comunista. Tres años después se crea oficialmente la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas que sostendría la Constitución más progresiva de la humanidad en derechos populares. 
 Su esencia hizo verdad la lucha contra la propiedad privada en las ciudades y el campo. Con ella se erigió una fuerte planificación y nacionalización de los recursos económicos. La gran industria, la banca y el comercio pasarían a manos del Estado Obrero y sus organismos de control político. En todos los organismos estatales había una fuerte paridad entre hombres y mujeres. El caso puntual de la mujer es evidenciada por su gran participación militante. Ellas se postulaban y eran elegidas en estos organismos redoblando su compromiso con la causa socialista. Sabían que su emancipación cotidiana iba estrechamente ligada a la lucha contra la explotación en general. La democracia obrera era un hecho irrefutable y la mujer su baluarte junto a la juventud. Totalmente impensado y repudiado en el resto del mundo burgués de su época y la actualidad. 
Las familias soviéticas también sentirían las manos generosas del régimen socialista. El derecho al merecido descanso laboral y el justo salario, el matrimonio civil y el divorcio, el aborto, la constitución de importantes guarderías populares, la cultura, arte y deporte serian fuertemente promocionadas y defendidas. A su vez se destacó el avance contra el analfabetismo y su erradicación por acertadas políticas educativas. A este proyecto integrador y emancipador también le sumarian los campos de la salud, tecnología y ciencias.

Una necesidad histórica  
La construcción de fuertes partidos proletarios bajo el legado Bolchevique 

 En la actualidad la crisis del capitalismo sigue su curso marcada por unas contradicciones sin precedentes. El creciente desarrollo del capital especulativo y el estallido de las tasas subprime/hipotecarias en el 2008 en EE.UU. supuso para el mundo la acentuación regresiva del desarrollo de las fuerzas productivas. La burguesía con el control del Estado intenta de mil formas salvar sus propias empresas y ganancias. La crisis es cíclica y es descargada de forma feroz sobre la espalda del proletariado con grandes paquetes de ajuste.
Estos ensayos son visualizados y resistidos en Europa y en el resto del primer mundo imperialista. Para América Latina y las semi-colonias y colonias en general la situación corre bajo la misma sintonía. Los gobiernos denominados progresistas y los liberales clásicos crean una pantomima de oficialismo y oposición juntando sus votos en el Parlamento, reforzando el control sindical desde su burocracia y reprimiendo y persiguiendo sin cesar a los sectores que se erigen como una alternativa. La humanidad está enfrentada como nunca antes por una gran contradicción material que es de clase, es decir, de explotados y explotadores. Caso aparte corre para la “izquierda clasista”. El parlamentarismo, legalismo y las abstracciones subjetivistas u objetivistas de aquellos partidos que se claman del socialismo científico son una gran barrera para la conciencia proletaria revolucionaria.
Este es el signo de la época. Un contraste oscuro del capitalismo imperialista frente a la nitidez del centenario de la epopeya soviética. Hoy más que nunca decimos: ¡Construyamos el comunismo con fuertes partidos obreros revolucionarios con espíritu internacionalista! ¡Viva el legado del Partido Bolchevique de Lenin y Trotsky!

Miguel Belor

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